El contenido de las redes sociales como base de autoconcepto

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El contenido de las redes sociales como base de autoconcepto

Por: Manuela Zuluaga, Juliana Rubiano, Aura Robayo y Margarita Zúñiga, estudiantes de Medicina  

Los estándares de belleza son aquellas características que una sociedad considera atractivas o deseables. Estos han estado presentes a lo largo de la historia del ser humano; sin embargo, han variado dependiendo de las características de cada época.

Hoy en día, el culto al cuerpo y a la belleza siguen siendo temas relevantes, ya que la gente se ve bombardeada de contenidos que explícita o implícitamente transmiten ideales de belleza como fuente de éxito y felicidad en la vida.

Estos contenidos imprimen en el subconsciente un deseo de alcanzar estos ideales, muchas veces de manera obsesiva, pero ¿qué está dispuesta a hacer una persona para lograr este objetivo?

Este texto tiene como objetivo argumentar cómo las redes sociales pueden llevar a las personas, especialmente mujeres, a someterse a procedimientos que ponen en riesgo su salud para poder personificar ideales de belleza.

La belleza siempre ha sido fundamental para mujeres y hombres. Tal es su importancia, que ha trascendido a través de la historia, variando con las modas y gustos de las personas. Aunque se trata de un tema que  preocupa a ambos géneros, porcentualmente afecta más a las mujeres que a los hombres.

El prototipo de mujer bella ha variado y estudios como el de la Universidad de Jaén lo demuestran. En el Renacimiento el estándar de belleza se basaba en cuerpos simétricos y balanceados, tono de piel blanco, pelo rubio, vientre redondeado, caderas anchas y cintura estrecha. A comparación, en el Barroco era bien visto que una mujer llevara tacones, maquillaje fuerte, joyas, pelucas y corsés; mientras que en el Rococó era indispensable que la mujer, además, perteneciera a una clase social alta para poder cumplir con el canon de belleza.

A principios del siglo XX, la apariencia ideal consistía en una mujer con la cintura ancha, ojos grandes y de un color claro, pelo rubio, nariz y boca pequeña. Sin embargo, a finales del siglo, este prototipo cambió y comenzó a ser más aceptado un cuerpo alto, delgado y con caderas poco pronunciadas.

La tecnología y la globalización contribuyeron a dicho cambio. Extendiéndolo a nivel mundial a través de los medios de comunicación masiva, como la televisión y las redes sociales. Así mismo, se instauró el consumismo como método para obtener ganancias y se utilizó la publicidad para influenciar a la gente, para generar la percepción de que les faltaba de todo lo que necesitaban con el fin de adquirir a través de las compras.

Las redes sociales se han convertido en una parte esencial de la vida de las personas, y al mismo tiempo han pasado a ser el principal medio de marketing para la industria. La publicidad ya no se basa exclusivamente en la promoción de bienes sino también de personas, de su estilo de vida y su apariencia.

Por lo tanto, así como el éxito de un producto se mide por la cantidad de usuarios que lo compran, el éxito de los individuos se mide mediante la cantidad de Likes y reacciones que reciben.

El problema es que los individuos se vuelven valores comparándose con otras personas que aparentan tener un estilo de vida y estética perfecta que, prácticamente, son inalcanzables.

Este ideal de mujer perfecta conlleva a que las mujeres que no cumplan los parámetros establecidos, se sientan desvalorizadas y opten por procedimientos que las ayuden a acercarse más a estos prototipos.

Como resultado, los procedimientos estéticos aumentaron a hoy. Además, la facilidad para acceder a internet promueve la publicación de dietas creadas por personas con mucha influencia y poco conocimiento, o procedimientos estéticos realizados por cirujanos inexpertos o falsos. En el año 2016, por lo menos 32 profesionales colombianos decidieron acudir a medios no formales para obtener el título de cirujano plástico de manera irregular en Brasil, ganando dinero a expensas de poner en riesgo la vida y la salud de sus pacientes.

Así, el crecimiento constante de fallos en estos procedimientos. De hecho, según la International Society  of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS), se estima que en los últimos años los fallecimientos en quirófanos estéticos han aumentado en un 130%, siendo el embolismo pulmonar, (interrupción del flujo sanguíneo por glóbulos de grasa), la primera causa de muerte, seguida por el shock séptico (infección generalizada grave que puede causar insuficiencia generalizada).

En ese sentido, la creciente idealización de la imagen estética por influencia de las redes sociales se ha vuelto un problema que puede afectar la salud de cualquiera que tenga algún contacto con el medio digital. Por ejemplo, según el reporte en el periódico El Tiempo, en el 2017 se realizaron 346.140 procedimientos en Colombia, siendo el cuarto país a nivel mundial en donde más se realizan cirugías estéticas. Sin embargo, aun es posible cambiar este panorama con ciertas soluciones:

En primer lugar, el cambio debe venir de adentro, es decir, las personas deben trabajar en su autoestima, su percepción de sí mismos y su ideal de belleza. Por supuesto, las redes sociales ayudarían a fortalecer este amor propio si diversificaran sus estándares de belleza. Es decir, incluyendo distintas razas, tallas, alturas en sus diversos contenidos publicitarios.

Así mismo, la educación para la población digital y las campañas de “no comer entero” son esenciales para que los consumidores tengan un filtro respecto a la información que ven y escuchan.

Por último, es importante que el Ministerio de Salud y otras entidades gubernamentales sean veedoras estrictas de los servicios quirúrgicos, haciendo revisiones periódicas sobre la veracidad de los diplomas que presentan los cirujanos plásticos, para así evitar menos muertes en el quirófano y pacientes estafados.


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